La gala de entrega
LIBRETO DE LA GALA
Palabras del alcalde de Sevilla, José Luis Sanz:
Hoy es probablemente el día más importante en el calendario local porque es el día de Sevilla. El día de todos nosotros. Hoy, cualquiera que sea nuestra edad, nuestro barrio o nuestra ideología, nos sentimos unidos en nuestra condición de sevillanos para celebrar el día de nuestra ciudad, personalizado en la figura de su patrón, el Rey Santo que liberó Sevilla.
Seguramente hay fechas más emotivas, como cualquier día de la Semana Santa; más alegres, como los días de la Feria de abril; más religiosas, como el Corpus o la Virgen de los Reyes, o más familiares, como la Navidad. Pero hoy es el día de Sevilla, sin apellidos.
Hoy es el día en el que tenemos que poner en valor lo que nos une por encima de lo que nos separa.
Y hay dos aspectos que nos unen a todos: el orgullo que sentimos por Sevilla y el deseo de que sea una capital próspera y pujante. Dicho de otra forma, todos los sevillanos compartimos el orgullo por el pasado de nuestra ciudad y la ilusión por el futuro.
Orgullo e ilusión son dos sentimientos que provocan en todos nosotros los galardonados que hoy reciben sus medallas. Todos ellos han aportado su esfuerzo y su talento para hacer más grande el nombre de Sevilla. Hoy la ciudad les reconoce estos méritos.
Es el día en que la ciudad salda una deuda pendiente con Carlos Herrera, quien desde hoy es un sevillano más. Aunque nació en Almería, hace muchos años que Carlos está junto a nosotros, realizando una gran labor comunicativa.
Reconocemos como Hijo Predilecto a Ramón Ybarra, de quien todos mantenemos un recuerdo entrañable.
Ramón fue un sevillano ejemplar: profesional intachable, amigo de sus amigos y, sobre todo, un enamorado de su ciudad.
Premiamos también la labor de Alfredo Sánchez Monteseirín, el alcalde que más tiempo ha estado sentado en el sillón de alcalde, doce años. Alcalde valiente y transformador.
También homenajeamos a Rafael Juliá, referente durante años en la hostelería local; a Paco Herrero, que tanto ha hecho por el empresariado local; a Ana Llopis, ejemplo de cómo convertir una empresa familiar en líder de su sector; o a Ignacio Medina y Fernández de Córdoba, duque de Segorbe, quien ha desempeñado una impagable labor de recuperación patrimonial en la ciudad.
Reconocemos a sevillanos admirados por todos los rincones del planeta. Jesús Navas, cuyo nombre va unido para siempre a la mejor etapa de la historia del fútbol español; Victorio y Lucchino, que gracias a su creatividad han paseado el nombre de Sevilla por todo el planeta; Salvador Morales, uno de los mejores especialistas en cirugía no invasiva del mundo; la marca Fernández y Roche, que cumple 140 años haciendo sombreros que hoy se venden en las más importantes tiendas de Londres, Nueva York, París o Tokio. O Pastora Soler y Merche Esmeralda, que han llevado a Sevilla por los escenarios de medio mundo.
Es el día de acordarnos de entidades incorporadas ya al ADN de la ciudad, como el Museo de Bellas Artes, la segunda pinacoteca de España; Casa Morales, lugar de inspiración de toreros y poetas durante 175 años; la casa de Extremadura, que cumple medio siglo tendiendo puentes con nuestra comunidad autónoma vecina; la Caja Rural, tan vinculada a tantas familias sevillanas; la institución Teresiana, que lleva un siglo promoviendo el humanismo cristiano desde el Colegio Itálica; el IES Politécnico, por cuyas aulas de Los Remedios han pasado varias generaciones de sevillanos, o Radio Sevilla, esa ventana sonora a la que la ciudad se ha asomado cada día desde hace cien años.
Hoy es el día en el que nos acordamos de nuestras tradiciones con las medallas a Paco Vélez, en reconocimiento a tres décadas vinculado al Consejo de Hermandades y Cofradías; la Hermandad de la Misión, que cumple 75 vertebrando la vida social y religiosa del barrio de Heliópolis; a la hermandad del Museo, que con sus 450 años de antigüedad es una de las corporaciones más históricas de la ciudad, o a Antonio Ríos, cuya labor resultó fundamental para que la Semana Santa de Sevilla se adaptase a los nuevos tiempos.
Reconocemos la labor social de Adhara, baluarte sevillano en la lucha contra el virus VIH, la discriminación y la exclusión social; de Pulseras Rosas, la ONG que desempeña una labor ejemplar de solidaridad con los enfermos de cáncer; de Rosa Ciriquián, presidenta de la Asociación Provida Asdevi y quien con sus 16 hijos es la primera en dar ejemplo de la defensa de la maternidad.
También de Maruja Vilches, pionera en la inclusión de la mujer en el mundo de las cofradías y de la Iglesia; o de Embryocenter, el centro pionero en medicina reproductiva que ha permitido que miles de familias sevillanas puedan tener hijos.
Y, además premiamos hoy la lucha solidaria de Séfora Vargas, quien derribó barreras para demostrar que la mujer gitana tiene su sitio en las aulas de una universidad; el compromiso de Ignacio Sánchez, ‘El Indio’ de Astilleros, quien dedicó su vida a la defensa de sus ideales sindicales, o la comunidad de propietarios y residentes de Pino Montano, una asociación vecinal que cumple medio siglo de vida y que es modelo de la reivindicación vecinal.
Todas estas historias de las personas y entidades que han recibido hoy la medalla de Sevilla nos inspiran orgullo e ilusión.
Con orgullo e ilusión dedicamos también todos nuestros esfuerzos para estar a la altura de lo que Sevilla exige. Con el esfuerzo de todos vamos a conseguir que Sevilla luzca como lo que es, la gran capital del Sur de Europa.
Sevilla tiene hecho lo más difícil: es una ciudad conocida en el mundo entero.
Somos una marca consolidada a nivel global. Me gusta repetir que la humanidad se divide en dos grandes grupos, quienes conocen Sevilla y quienes quieren conocer Sevilla.
Sí, Sevilla es conocida en todo el planeta, pero este hecho no debe abocarnos al conformismo. Porque hay otras Sevillas a la que no hemos sabido promocionar. La Sevilla tecnológica, por ejemplo. No todos los sevillanos saben que su ciudad posee, junto con Madrid, la mejor red de 5G del país, con una cobertura superior al 98 por ciento.
Los sevillanos presumimos muy poco de que tenemos el parque empresarial de mayor facturación de España, con 4850 millones de euros, donde ahora mismo se están desarrollando un millar de proyectos de I+D+I. Allí, a quince minutos andando del casco histórico más grande de Europa, tenemos un ecosistema de innovación único en España.
En el PTC Cartuja se desarrollan investigaciones cruciales contra el cáncer en el campo de la biomedicina o en la secuenciación del ADN, y se prueban y validan componentes electrónicos de los satélites que van al espacio.
La marca Sevilla está en multitud de avances tecnológicos y lo desconocemos. Aquí se diseñan los chips de lectura inteligente más modernos del mundo, utilizados por las principales marcas de automóviles, o el software de seguridad que utilizan más de 300.000 cajeros automáticos en todo el planeta, por poner dos ejemplos.
Podemos decir sin ruborizarnos que estamos en la vanguardia tecnológica europea, y no es fruto de la casualidad, sino del aprovechamiento de sinergias en una estrategia de éxito.
A lo largo de los años hemos creado un camino que está dando frutos. La Escuela Técnica Superior de Ingenieros es una de las más prestigiosas de España, y sus 6000 alumnos optan a prácticas en las más de
500 empresas instaladas el el PCT Cartuja, conformando una inmejorable cantera de talento.
Muchas veces nos cuesta presumir también de nuestro patrimonio industrial.
Sevilla compone, junto con Hamburgo y Toulouse, el gran triángulo de la aviación europea. Aquí se ensamblan los aviones que sobrevuelan los cinco continentes. Tenemos también el único puerto de mar interior de España, que mueve 150 000 contenedores al año y mantiene conexiones regulares con veinte puertos de Europa y África.
Tampoco solemos presumir de que somos incuestionablemente la capital económica del sur de España: la que más empresas tenemos, la de mayor PIB, la mayor exportadora… También la capital del talento: contamos con cinco universidades, cinco, de las que cada año salen cientos de jóvenes profesionales sobradamente preparados para aportar las últimas tendencias en sus ámbitos profesionales.
Me gustaría que esta tarde volvieran a sus casas con nuevos motivos de orgullo por su ciudad.
Lo digo sin prepotencia ni triunfalismo: somos la gran capital del Sur de Europa. Muy pocas ciudades de la Europa meridional reúnen el legado histórico, el protagonismo cultural y el desarrollo tecnológico e industrial con el que contamos en Sevilla. Esto no quiere decir que esta sea una ciudad perfecta: como todas las grandes capitales, tiene problemas complejos que requieren una gestión adecuada.
Desde el gobierno municipal procuramos cada día estar a la altura de lo que Sevilla significa, pero reconozco que queda mucho por hacer. Me gustaría, por ejemplo, que Sevilla fuese una capital en la que tener una vivienda no sea una utopía. O que no acogiese a los barrios más pobres de España. O que disfrutase de unos servicios públicos a la altura de las grandes urbes europeas. Una ciudad con más zonas verdes, menos diferencias entre sus barrios y mejor comunicada.
En este día en el que reconocemos la labor de estos sevillanos ilustres quisiera plantear que todos aprendiésemos de su ejemplo y aprendamos a dar lo mejor de nosotros mismos por nuestra ciudad. Debemos ser capaces de superar diferencias ideológicas o políticas y consensuar aquellas medidas básicas que objetivamente son positivas para la ciudad.
Juan Peña ‘El Lebrijano’ dijo una vez una frase que es una gran verdad: “Lo que Sevilla te da, no te lo quita nadie”. Sevilla nos ha dado a los sevillanos el privilegio de pertenecer a una de las ciudades más bonitas del mundo. Nos ha proporcionado un orgullo y un amor a nuestra ciudad que, efectivamente, no nos lo puede quitar nadie. Nos da el placer de un paseo por la antigua judería, de una tarde soleada en los márgenes del Guadalquivir, del eco de nuestros pasos en una de nuestras muchas iglesias.
Pero Sevilla también es compromiso. Nos exige estar a la altura de lo que nos ofrece. Sevilla nos pide renovar los sueños, redefinir las ambiciones. Nos exige pensar qué podemos aportar cada uno de nosotros para mejorar cada día un poquito nuestra ciudad. Sevilla nos pide ser sevillanos como los que hoy premiamos.
Como alcalde, les propongo seguir trabajando juntos para sacar el máximo provecho de esta tierra de sabiduría y talento. Olvidando lo que nos separa y resaltando lo que nos une. Como decía ‘El Lebrijano’, lo que Sevilla te da no nos lo va a quitar nadie. Nunca nos podrán arrebatar el privilegio de ser sevillanos. Que no nos puedan quitar tampoco la ilusión por contribuir a seguir haciendo de Sevilla una ciudad cada día más grande y mejor.