75.-Panteón de D. Juan Belmonte

 

C/ San Teófilo, derecha, s/n

 

Según consta en la documentación consultada el proyecto primitivo para la construcción de este panteón fue encargado al arquitecto D. Alberto Balbontín de Orta junto al perito aparejador D. Adolfo Fernández García. En dicha documentación consta que “este panteón será en tierra con muro de contención en su perímetro y divisiones laterales y osarios. El tapamento exterior será de mármol gris con placa de mármol negro intentándose formar fondo vegetal para enmarque del conjunto”.

 

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Planimetría primitiva Panteón Belmonte

 

Como podemos apreciar este proyecto no se llevó a cabo siendo el definitivo de un estilo más rompedor que se correspondería con la personalidad del torero. Dicho panteón se acerca a un estilo cubista donde las formas geométricas se superponen unas a otras creando unos densos volúmenes. El material de ejecución es el mármol negro que enfatiza aún más si cabe las duras formas. Presenta una cruz latina que se mezcla con las formas cúbicas. Como única inscripción presenta el nombre del torero y sus fechas de nacimiento y muerte.

 

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Vista frontal Panteón Belmonte

 

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Vista lateral Panteón Belmonte

 

El Ayuntamiento de Sevilla en sesión del 16 de marzo de 1963, otorgan a la viuda de Belmonte, Dña. Julia Cossío del Pomar, 9 m2 de terreno para la construcción del panteón familiar. En 1995, a título de herencia, pasarán a ser concesionarias sus dos hijas Dña. Blanca y Dña. Yolanda Belmonte Cossío.

 

D. Juan Belmonte García, nacería en Sevilla en 1892, en el seno de una familia humilde, propietaria de una tienda de quincalla, en la conocida como calle Ancha de la Feria, aunque pocos años después se trasladarían a Triana, donde su padre regentaría un pequeño comercio en el mercado de dicho barrio, que los jueves trasladaría al famoso “Mercadillo del Jueves”. Siendo niño quedó huérfano de madre, siendo su padre el encargado de su educación. Desde temprana edad comienza a tener afición por la tauromaquia, que se ve en los toreos clandestinos que realizaba junto con su pandilla de amigos. De aquí partirá su carrera y contando con 17 años viste por primera vez de luces en la plaza de toros de Elvas en Portugal. En 1912 triunfará como novillero en la Real Maestranza de Sevilla, y meses después lo haría en Madrid. Su estilo arriesgado hizo que comenzara a forjarse la leyenda del “Pasmo de Triana”. En 1913 tomará la alternativa en Madrid, siendo su padrino Machaquito, y como testigo actuaría Rafael “el Gallo”. Enseguida comenzaría su rivalidad con Joselito “el Gallo”. La temporada de 1917 se consideraría la mejor de su carrera llegando a alcanzar fama internacional. En este mismo año llegaría a Perú donde permaneció una temporada y donde conoció a la que sería su esposa. Sería en la ciudad de Lima donde en 1922 anunciaría su primera retirada ya que reaparecería en los ruedos en 1924 para retirarse de manera definitiva en 1936. Durante estos últimos años alternó el toreo con la ganadería.


La figura de Belmonte fue trascendental para la historia del toreo moderno ya que impuso una revolución artística en este arte. Hasta la aparición de Belmonte, torear consistía básicamente en sortear las acometidas de los toros sobre las piernas con más o menos valor y gracia, sin embargo su extraordinario dominio de los terrenos le permitió ejecutar el toreo de una forma nueva, despacio y con una cercanía nunca vista. Puso en práctica los tres tiempos de la lidia: parar, templar y mandar, a lo que más tarde agregó cargar la suerte. En resumen, la aportación de Belmonte fue sobre todo estética ya que su arte revolucionario se convirtió para las generaciones posteriores en el nuevo paradigma del clasicismo durante todo el resto del siglo XX.


Belmonte también cambió la imagen tradicional de los toreros relacionándose con grandes nombres de la cultura tales como Valle-Inclán, Pérez de Ayala, Ignacio Zuloaga o Julio Camba entre otros. Adoptó sus modos a los de éstos e incluso su estilo de vestir, renunciando a la coleta clásica de torero. Sin estudios apenas pero lector empedernido, su inteligencia y extraordinaria personalidad le permitieron relacionarse con los miembros de la cultura y de la alta sociedad. Llegaron a organizarle un homenaje, en el que Valle-Inclán pronunció un encendido discurso en su favor.


Su relación de amistad con D. Ernest Hemingway le llevó a aparecen en dos de sus novelas, “Muerte en la tarde” y “Fiesta”. No obstante sería el periodista D. Manuel Chaves Nogales el que escribiría su biografía, forjando así su mito. Fue publicada por entregas en la revista Estampa, a partir de junio de 1935.

 

En 1962, y a punto de cumplir 70 años, Juan Belmonte se suicidó de un disparo en su cortijo de Gómez Cardeña situado en la localidad de Utrera, lo que no hizo sino inmortalizar su mito. Fue enterrado en el Cementerio de San Fernando de Sevilla, en loor de multitudes.


En el panteón se encuentran inhumados los restos de D. Juan Belmonte, su esposa Dña. Julia Cossío del Pomar, las hijas de ambos y sus maridos.