19.-Panteón de D. Balbino Marrón

 

C/ Fe, derecha, 2ª línea, 56

 

Sin inscripción que lo señale, tenemos constancia que en el mismo hay familiares que pueden corroborar este dato. Solo tenemos la señal de una cruz con la inscripción “Varela de León”.


Dicho panteón fue trazado por su persona para su familia. El mismo es un sencillo conjunto de sepulturas en tierra en el que se destaca una estela en piedra en la que aparece la inscripción Valera de León en una filacteria, y rematado por una cruz latina y circundando todo el panteón una sencilla verja de hierro. Hemos de mencionar que en un principio D. Balbino Marrón diseñaría otro panteón que nada tiene que ver con el actual, y del cual se conservan las trazas. Dicho proyecto nunca llegó a ver la luz ya que al arquitecto le sorprendió la muerte en Bilbao, y trasladándose su cuerpo a Sevilla, donde se le daría sepultura en una modesta tumba en los terrenos que tenía para la realización del citado panteón.

 

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Boceto para el panteón de Balbino Marrón

Nunca llegó a realizarse

 

Panteón definitivo Balbino Marrón

 

La primera referencia documental que tenemos acerca de la concesión de este panteón data de 1969 a nombre de Dña. Inés León Ruíz, de quien procederá el título de “Valera de León”. Dicho panteón consta de unas dimensiones de 17,869 m2. Hemos de decir que por las fechas que manejamos de las primeras inhumaciones, han debido existir concesionarios anteriores de los que no tenemos referencias.


D. Balbino Marrón y Ranero (Villaro, actual Arreatza, 1812-Bilbao 1867), arquitecto desde 1837 por la Academia de San Fernando. En 1838 ganará por concurso la plaza de Maestro Mayor de Obras Públicas de Jerez de la Frontera. Como arquitecto de dicha ciudad en la que trabajaría desde 1838 hasta 1845, realizaría obras entre las que podemos destacar el proyecto para labrar de nueva planta bodegas del tipo “catedral”, la nueva Capilla del Cementerio, la reurbanización de la Plaza de la Constitución o del Arenal con nuevas viviendas y la cárcel de Belén. Desde 1845 comienza su relación con Sevilla, ya que será nombrado arquitecto de Beneficencia de la ciudad. En cuanto a su labor como arquitecto municipal realizará una intensa tarea de levantamiento de la ciudad, ensanches y de reforma interior. Desde 1849 hasta 1867 trabajará para los Duques de Montpensier, para los cuales proyectará reformas en parte de sus propiedades, destacando entre ellas la reforma del antiguo Colegio de Mareantes y el convento de San Diego, para palacio, actual de San Telmo, y caballerizas. Entre sus obras en Sevilla podemos destacar el Cementerio de San Fernando de 1851, el Ayuntamiento de 1855 a 1867, la Fachada del Museo de Bellas Artes de 1851 a 1859 y el Mercado de Abastos de Feria de 1862. A estas obras habría que sumarle los numerosos proyectos urbanísticos tales como la remodelación de la Plaza de San Francisco, la ordenación del entorno del Ayuntamiento que dio origen a la Plaza Nueva entre 1849 y 1860 y la ordenación de los terrenos de la Feria. En 1860 llegará a ostentar el cargo de arquitecto provincial. Fue arquitecto de número de la Academia de Santa Isabel de Hungría desde 1850 hasta el año de su muerte que tuvo lugar en 1867.